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[De la impostura a la imposición]
Cuando abrí Deponga su actitud, lo hice con la intención de evadirme un poco, de buscar una salida al callejón de mi trabajo, de salir de vez en cuando a contar mentiras. Tuve mala suerte. Enseguida empecé a pasármelo mejor en la oficina, a necesitar menos escapadas, a tener menos ganas de escribir o, mejor dicho, de escribir para publicar. Por eso, lo que iba a resultar un pasatiempo bastante absorbente, acabó transformándose en una obligación, y lo que pretendía ser una impostura juguetona, terminó siendo una imposición, un requisito de rendimiento, un esfuerzo cada vez mayor con resultados cada vez más mediocres.
En los últimos meses, ha habido mucha polémica metablóguica. ¿Qué es un blog? ¿Qué debe ser un blog? ¿Es lícito criticar un blog? Siempre me he mantenido al margen de tales disquisiciones (por desinterés, más que nada), pero me atrevo a dar hoy mi opinión, no porque pretenda agitar conciencias, sino porque justifica en parte el cierre de esta bitácora. Un blog es un producto, y como tal se expone al consumo en un mercado sometido a los rigores de la publicidad, a las leyes de la oferta y la demanda, a las presiones de la competencia. Para estar en este mercado (como en tantos otros) uno tiene que ofrecer un producto distinto al de sus competidores. De otro modo, ese producto se transforma en insufrible carne de cañón, redundante y mortificadora. Eso es justamente lo que le ha sucedido a este blog. No ofrece nada que no se pueda encontrar en otros sitios. Vendell, Martin Pawley, Jaio, Descalza&Tesuka, El Pez… todos tienen algo que decir, una manera de decirlo, ganas de contar, un producto que ofrecer. Son admirables. Sus bitácoras son pertinentes, ésta no lo es. Deponga su actitud no me la pone dura, como en su día no me la ponía dura mi trabajo. Ahora los papeles se han invertido. Lo único que queda es un blog que no me da satisfacciones y un producto que no aporta nada al mercado. La solución es tan evidente como liberadora.
Creedme si os digo que me he quitado un peso de encima. Pasaré un tiempo sin hacer vida en Internet, y luego volveré a dar tumbos por aquí. No podía ser de otro modo. Estos círculos endogámicos de la blogosfera están llenos de gente excepcional en más de un sentido, gente de la que no quiero separarme.
Hasta muy pronto.
Fdo: Un admirador.
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2004-02-09, 01:00 | 43 COMENTARIOS
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[El notario]
No me arrepiento de las elecciones que he hecho en la vida, pero a veces creo que pude haber sido un buen músico. Recuerdo la emoción con la que cogía la flauta dulce por la mañana y la impaciencia con la que esperaba el final de la clase de griego para ocupar mi pupitre en el aula de música. Nunca presté demasiada atención al solfeo y jamás logré seguir el compás que marcaba el profesor con su bastón. Lo único que me interesaba era el olor de tu piel y fantasear con desabrocharte la blusa. Sin duda, pude haber sido un gran músico.
Me pasaba las tardes intentando reconciliarme con la flauta y urdiendo planes para seducirte. Por supuesto, nunca los ponía en práctica y, de todas formas, tú siempre te enamorabas de otro. Lo nuestro podía haber sido maravilloso, pero te fuiste.
Aún conservo la flauta dulce, aunque nunca la toco. Como mucho, pongo la radio y hago sonar la alianza contra el escritorio al ritmo de alguna pieza conocida. Sigo siendo incapaz de seguir el compás. Entonces pienso en ti, me digo que podía haber sido un gran músico y lloro un rato.
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2004-01-28, 01:00 | 13 COMENTARIOS
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[La última vez que vi a Flora]
Flora llegó a mi vida de repente, justo antes del verano. Salió de un metro de la línea 10, tensando violentamente la minifalda blanca con sus muslos morenos. Cuando se cruzó conmigo, un remolino de viento en ebullición me dejó la boca seca y la camisa empapada. La piel de Flora olía a polen, a protector solar y un poco a saliva. Mientras se alejaba por el andén, los tacones de sus sandalias iban marcándole un compás enérgico y tribal a un saxofón brasileño perdido por los pasillos.
Flora salió a la superficie. Nunca más hemos vuelto a vernos.
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2004-01-25, 01:00 | 21 COMENTARIOS
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[Excepciones y estranhezas]
Por alguna disfunción social, en cuyas causas no pienso profundizar, nunca he conseguido actuar con naturalidad cuando me encuentro en grupo. En las cenas de familia, los brindis, los detalles con la suegra, las presentaciones, las declaraciones de amor, exhibo una suerte de torpeza mal disimulada que, imagino, debe resultar bastante embarazosa para la mayoría de los presentes; aunque, en el mejor de los casos (y aventuro esto para mi autoengaño más que para la información de ustedes) pudiera igualmente resultar disculpable para una minoría de asistentes comprensivos. No es de extrañar, por lo tanto, que tienda a rehuir los actos sociales, en los que siempre parezco pedante o jactancioso, o que trate de planificar mis gestos públicos por medio de premeditaciones absurdas que no hacen más que empeorar las cosas.
Sin embargo, hoy voy a hacer una excepción, voy a enfrentarme a mis miedos. He decidido honrar la gratitud que le tengo al amigo Pawley dedicándole un pequeño homenaje sincero y sin máscaras, aun a riesgo de que a alguno le parezca torpe o ridículo. La ocasión lo merece.
DEZ RAZÓNS PARA FACER O RIDÍCULO POR PAWLEY
- O seu blog, non é, por moito que queira dicir el, “só unha bitácora”.
- Sempre soubo perfectamente que unha foto de Galicia posta ó revés semella moito menos a un mapa de Euskadi do que algúns nos queren facer crer.
- Non é dos que se exaltan... case nunca
- Ten ideas estranhas que acaban tendo resultados dubidosos
- Gústanme os seus haikus, especialmente algún deles
- É un fenomenal rancoroso, endogámico e ombliguista.
- A pesar diso, segue sendo capaz de rir de si mesmo
- Cando deixa pasar unha oportunidade única sabe lamentarse impecablemente.
- Está empeñado en sacar o mellor dos demais
- Foi un dramaturgo efímero pero exquisito... ou, polo menos, con moita retranca.
- No seu blog, as matemáticas nunca foron unha ciencia exacta.
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2003-11-28, 07:59 | 18 COMENTARIOS
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[La fruta madura]
Ahora que se pueden comer naranjas en septiembre y la temporada de las fresas empieza en abril, parece lógico que las navidades lleguen a finales de noviembre, a más tardar.
Durante la carrera, mis navidades eran felices porque marcaban el final de largas ausencias. En mi primera vuelta a casa, ella puso un disco antes de cenar. Me dijo que era Moon Safari, de un grupo francés llamado Air. Si entonces yo hubiera sabido algo de música, me habría encantado. No fue el caso y se lo dije muy clarito.
Poco después, nos sentamos frente a una enorme ensalada de pasta que no me gustó demasiado, y así se lo hice saber. Ella no dijo nada. Para mí, el resto de la velada fue delicioso. Ella no podía saber que aquella era la primera de muchas noches amargas.
A lo largo de los años he ido aprendiendo a ser menos imbécil, a escuchar música francesa cuando estoy triste, a reconocer una buena ensalada. En días como hoy, cuento las cicatrices de todos aquellos momentos maravillosos que acabaron siendo recuerdos horribles. En días como hoy, mientras cuelgo los adornos de navidad, tengo ganas de pedirle perdón por haberle hecho comer tantas naranjas en septiembre, tantas fresas en abril.
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2003-11-23, 04:55 | 5 COMENTARIOS
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[Con un poco de azúcar]
Durante algún tiempo, Mary Poppins protagonizó mis fantasías más sórdidas. Me atormentaban las habilidades que le suponía a aquella mujer, capaz de sacar del bolso el artilugio más insospechado. Si supieran ustedes lo que habría dado por oír a la señorita Poppins riéndose y arrancándome la camisa, por verla mordiéndose los labios y lamiéndome los dedos. A menudo me la imaginaba sodomizada, corriéndose y cantando, casi en un susurro: "con un poco de azúcar/esa píldora que os dan/la píldora que os dan/pasará mejor".
Hoy recordaba todo esto mientras me proponía escribir algo para el aniversario de la catástrofe del Prestige. La asociación de ideas puede parecer un poco retorcida, pero reparen en la gran enseñanza que esconde la canción de mi entonces deseada institutriz. No importa el descaro de la mentira, lo inmundo de la afrenta o lo humillante del chantaje: quien sepa poner un poco de azúcar encontrará siempre un ingenuo, un pusilánime o un cobarde (respectivamente) dispuesto a tragarse la píldora.
Desde las últimas elecciones municipales y desde que me enteré de algunas rendiciones de las que ya he hablado, la dulce fantasía de Mary Poppins ha dado paso a las pesadillas más atroces. En ellas veo a un señor de corbata que mete mareas negras en una chistera y las hace desaparecer. Un tipo repugnante que se ríe mientras me rasgo las vestiduras y que se relame y se chupa los dedos mientras planea el triunfal mitin que dará en la próxima festa do marisco. Un alto funcionario chapucero que me sodomiza y que, en el momento de correrse, casi sin resuello, se pone a cantar: "con un poco de azúcar...".
Pues eso, que gracias a un poco de azúcar, yo me tragué la píldora de un pueblo, el mío, que al final se dio la espalda a sí mismo.
Actualización: me permito puntualizar que una cosa no quita la otra. Espero que entre todos hagamos que nuestros caciques favoritos no puedan volver a traernos Nunca Máis otro primer aniversario de nada. Se lo crean o no, está en nuestras manos.
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2003-11-13, 08:20 | 12 COMENTARIOS
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[VEINTE AÑOS NO ES NADA (una mierda, vamos)]
La mayoría de ustedes recordarán el año 1984. Por aquel entonces, yo era un chaval y mi calle, un camino de tierra; en casa no había teléfono, el agua corriente salía de un pozo que se secaba en verano y en vez de alcantarillado teníamos una fosa séptica en la que desembocaban todos los desagües de la casa. Recuerdo a mi madre limpiando el pozo negro, pues así lo llamábamos, cubierta de la masa pútrida en que habían devenido los desechos del hogar y de nuestras tripas. Era una maniobra que mamá debía realizar con cierta frecuencia, y para la que se servía de un viejo cucharón.
Todo esto sucedía en una población que se encuentra en una de las zonas más urbanizadas de Galicia, y es que, hace menos de 20 años, mi país estaba igual que el resto de España: en la mierda. Quiero decir, subdesarrollado.
En 1985, mi familia, el pozo negro, Galicia y España entraron en la CEE (hoy UE). A partir de entonces, los fondos comunitarios trajeron asfalto a mi calle (y más tarde, a mis costas, pero esa es otra historia), un teléfono a mi casa y un alcantarillado a mi madre. Los sucesivos gobiernos que se encaramaron a Santiago y Madrid trataron de colgarse la medalla del progreso, pero los menos hipnotizados siempre supimos que el crecimiento económico se debía a los descomunales fondos europeos de desarrollo, y no a las brillantes políticas de los caciques de aquí o allá. El Plan Marshall llegaba por fin a España. La diferencia es que, en esta ocasión, el dinero no lo ponían los Estados Unidos, sino la CEE, o más concretamente, las únicas potencias europeas de entonces: Francia y Alemania.
Me sorprende que José María Aznar no se haya dado cuenta de esa notoria diferencia en cuanto al origen del dinero que sacó a España de la tercera división. Me sorprende que no sepa apreciar que, en vez de alimentar el individualismo, algunos países poderosos decidieron arrimar el hombro y dar pasta a los menos desarrollados del entorno, porque estaban convencidos de que la unión hace la fuerza. La unión hace la fuerza. Otra cosa que pareció no entrar en las cavilaciones de José María Aznar cuando trataba de decidir si se quedaba con los de casa o se marchaba a hacer la guerra de Iraq con una superpotencia a pleno rendimiento a la que España le importa más bien poco.
No sé ustedes, yo desde aquí no entiendo mucho a qué viene eso de darle la espalda a quien te sacó del hoyo, qué beneficio se puede extraer de romper la unidad y la solidaridad a cuya lumbre se nutrió (y se sigue nutriendo) el Estado. No creo que el petróleo, ni la reconstrucción, ni esa patraña que llaman "el curso de la historia" compensen el enorme lío en que nos acaba de meter el Presidente.
En esto de la política internacional, ningún país dispone de alcantarillado, todos (salvo lamentables excepciones) tienen un pozo negro que conviene mantener lo más vacío posible, so riesgo de acabar de mierda hasta el cuello. En consecuencia, como parece que nos hemos olvidado de dónde estaba España hace 20 años, y visto que el Gobierno está decidido a cagarse en todo lo habido y por haber, les recomiendo encarecidamente que se vayan preparando.
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2003-11-01, 06:25 | 15 COMENTARIOS
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[Los trozos]
Me sequé las lágrimas, lo limpié todo y bajé otra vez al súper. Me gusta porque es grande y tiene de todo, desde pescadería a sección de ropa. Hoy, por ejemplo, había una oferta de calcetines. Reducción del 20%, decía el cartel. Eran los mismos que una vez me compraste y que encogieron tras el primer lavado. Me pregunté si la oferta incluiría ya esa "reducción", y sonreí por primera vez desde hace meses. Me compré tres pares, el invierno viene ya mordiéndome los dedos. Qué asco, el invierno. Habrá que guardar las bicicletas, y es una pringue porque hay que ponerles vaselina para que no se oxiden. A la tuya sobre todo.
En la sección de hogar encontré lo que buscaba: unos grandes recipientes herméticos para enterrar los trozos.
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2003-10-17, 04:48 | 11 COMENTARIOS
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[Menos mal que aún nos queda el pulgar oponible]
Sucede que a los antílopes les encantan las hojas de acacia. En la sabana Africana abundan los unos y las otras, y hace siglos que ambas especies conviven sin mayor desequilibrio. Sin embargo, en los últimos años el hombre ha cerrado grandes extensiones de terreno para dedicarlas la cría de antílopes... antílopes, nunca he visto uno, pero mataría por tener algo en casa a lo que poder llamar antílope. Divago. El caso es que, llegado un momento, en esas explotaciones se disparó el índice de mortalidad de los antílopes. Los pobres bichos sufrían largas agonías y morían sin remedio.
En las primeras autopsias se descubrió que los animales muertos tenían en su estómago una gran cantidad de hojas de acacia sin digerir. Todo apuntaba a que los antílopes sucumbían a alguna clase de envenenamiento en el momento de alimentarse. Descartada la posibilidad de sabotajes o capturas furtivas, las únicas sospechosas eran las propias acacias, pero ¿por qué habría de resultarles tóxica una especie que desde siempre había constituido su fuente principal de alimento?
Pasado un tiempo, alguien dio en el clavo al centrar las investigaciones en los taninos, unos compuestos cuyas bondades y presencia en las acacias eran bien conocidas. Igualmente conocido era el hecho de que los antílopes, jirafas y otros herbívoros de la sabana no suelen alimentarse de la misma acacia más que un cuartito de hora, puesto que, cuando se sienten atacados, estos árboles aumentan su producción de taninos de tal forma que sus hojas se vuelven amargas. Una forma sutil pero eficaz de repeler el ataque.
Sin embargo, en las explotaciones ganaderas, este mecanismo de defensa era insuficiente. Dado que la densidad de antílopes había superado con creces las cifras de equilibrio natural entre oferta y demanda, los animalitos se veían forzados a seguir comiendo hojas de acacia a pesar de su sabor amargo, poniendo en peligro la supervivencia de estos árboles. Tras una serie experimentos, se concluyó que las acacias, acosadas por la presión demográfica de los antílopes, habían aumentado su capacidad de producción de taninos hasta niveles mortales.
Lo que es más sorprendente (y lo que motiva esta parrafada que estoy soltando) es que, en el curso las investigaciones, se descubrió no ya que las acacias atacadas aumentaban su producción de taninos, sino que también lo hacían las acacias que no habían sido atacadas. Es más, se descubrió que las acacias disponían de un sistema de señales químicas para alertarse entre sí de la presencia de un peligro.
Cuando apagué la tele, me quedé un poco así. Corríjanme si me equivoco, pero las conclusiones del estudio apuntan a que las acacias tienen un sentido de la comunidad y del bien común. De algún modo, saben que sus posibilidades de supervivencia son mayores si se comportan como grupo… ¡pero son plantas!
No sé a ustedes, pero a mí, esto de la vida se me ha quedado de pronto dos tallas demasiado grande.
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2003-10-12, 19:42 | 16 COMENTARIOS
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[De una puta vez]
¿Han tenido ya uno de esos sábados por la tarde en los que ella duerme la siesta, en la tele ponen una del oeste y la lavadora ronronea al fondo? ¿Uno de esos sábados por la tarde con cacharros en el fregadero y charcos en las aceras? ¿Un sábado tendiendo la ropa con las manos heladas y regusto a filete y ajo?
Yo no, pero cualquier semana de estas sucede. Seguro que me pilla desprevenido, pero cuando el momento llegue de una puta vez por todas, sabré que por fin he vuelto a casa.
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2003-10-04, 22:44 | 14 COMENTARIOS
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[Sofisticación]
Hay quien me reprocha que soy muy disperso, con frecuencia me sucede que no acabo de concentrarme en lo que estoy haciendo. Hoy, por ejemplo, a mitad de jornada laboral me puse a vagar por la Web. Acabé en el sitio del diccionario americano Merrian-Webster, el cual visito a menudo por trabajo y por placer. Disfruto con los diccionarios. Yo qué sé. Otros afeitan bombillas.
El caso es que, enredando, me vi inmerso en uno de esos pasatiempos minúsculos que a veces, de puro esquivos, se le transforman a uno en enconadas pruebas de superación. Se trataba de combinar letras y comodines de búsqueda (asteriscos y signos de interrogación), intentando agotar los recursos del maldito diccionario. No lo logré, claro.
Luego se me dio por poner sólo signos de interrogación (cada uno equivalente a una letra cualquiera), para ver cuál era la entrada más larga del diccionario. En fin, lo que fuera antes de volver al trabajo. Así que introduje quince, dieciocho, veintidós, veintiséis signos de interrogación, y le di al botón de búsqueda.
Apareció una lista de entradas, y la vista se me quedó encallada en una de ellas. Attention Deficit Disorder. Perplejo, parpadeé dos veces, me sonrojé y volví al trabajo atropelladamente.
Está Pepito Grillo de un sofisticado que...
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2003-10-03, 03:40 | 14 COMENTARIOS
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[OMC y balas perdidas. Reflexión incómoda, breve y circular]
Me decía ayer mi padre que los sindicatos gallegos están preparando manifestaciones en contra de la OMC con ocasión de la Conferencia Ministerial de Cancún. Hablamos de los mismos sindicatos que defienden con uñas y dientes todas y cada una de las subvenciones de la UE a la agricultura y la ganadería... los mismos sindicatos que ponen cuidado en no decir que la OMC no tiene voluntad propia, que sólo es un foro de negociación compuesto por 146 países donde los Estados miembros de la UE defienden con uñas y dientes todas y cada una de sus subvenciones a la agricultura y la ganadería... las mismas subvenciones que ahogan el desarrollo del sector agropecuario en los países pobres, que son precisamente los mismos cuya causa defienden (por lo visto) los sindicatos.
A veces, las balas que disparas al "enemigo" te hacen un agujero nuevo en el culo. Se lo dice alguien de izquierdas.
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2003-09-11, 11:41 | 6 COMENTARIOS
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[EMERGENCIA]
¿Saben ustedes que estamos a punto de perder un blog bellísimo? Dice Ender que cierra su incomparable casa porque ya no tiene tiempo para amueblarla y porque cree que las musas lo han abandonado. Yo le digo que tenga paciencia, que lo de las musas está difícil pero que acaban llegando. Lo habitual es que se tiren una eternidad delante del espejo, y claro, uno se desespera escribiendo sin rumbo, aguardando a que las malditas vengan de una vez. Esto es lo que le pasa a Ender, ni más ni menos, que cuando ellas llegan, él ya se ha ido y se le llenan las tardes de desencuentros.
Para solucionar los apuros de Ender he decidido organizar una pequeña colecta de tiempo. Seguro que ustedes tienen por ahí unos minutitos tontos que les sobran cada día. Yo, por ejemplo, voy a aportar el cuarto de hora que dedico todas las mañanas a ver el telediario después de desayunar. De ahora en adelante tendré que comprarme un periódico y enterarme de ¡cómo está el mundo! mientras voy en el tranvía.
Colaboren, por favor, es por una buena causa. Dejen sus aportaciones en este tablón de comentarios o en el de Ender. Hasta el más breve de los segundos será bienvenido, a ver si entre todos juntamos una hora o dos para que Ender pueda permitirse de nuevo esperar a las tardonas de las musas.
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2003-09-04, 16:11 | 4 COMENTARIOS
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[Achaques]
Estoy hecho una plañidera. Cada vez lloro por cosas más estúpidas. Antes lloraba sólo cuando me enfadaba mucho, cuando me hacían daño, cuando cortaba cebolla y cuando echaba de menos a alguien. Una vez incluso lloré cuando me regalaron un ramo de flores. Por lo demás, mi pauta de llanto era, digamos, austera. Sin embargo, de un tiempo a esta parte estoy imposible. Lloro viendo el telediario, cuando me quedo como bobo mirando al techo, mientras escucho alguna canción, al verme en el espejo, antes de dormir, después de follar. Lloro también en el cine, lo cual me da mucho reparo, y lloré cuando vi a aquella niña rubia corriendo a trompicones por el parque con el pantalón por los tobillos y el culito al aire.
Lo curioso es que, aunque lloro más, no lo hago con tanta intensidad. Antes, el llanto me exprimía hasta la extenuación y el hambre; ahora, las lágrimas se limitan a asomárseme a los párpados, y puede que alguna llegue a descolgarse, pero en general todo se queda en un escozor y algo de moquillo a modo de secuela.
A veces me pregunto ¿será posible sufrir de la próstata en las glándulas lagrimales?
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2003-08-18, 23:09 | 17 COMENTARIOS
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[Terapia]
Dice la prensa ginebrina del martes que viene: Un joven inmigrante ataca sin mediar provocación a cinco promesas de la natación nacional
¿Alguno de ustedes está gordo? Yo sí. No es que no me vea los pies, pero me sobran 10 kilos en el mejor de los casos y 15 cuando no me engaño a mí mismo. Quienes me quieren dicen que el aspecto físico es lo de menos, que así estoy muy bien, pero a mí me gustaría caminar sin sentir esas morbideces temblándome al filo del pantalón, o ir a la playa sin preocuparme de los pliegues que me hace la carne al sentarme. A lo que voy es a que no estoy bueno y, la verdad, lo llevo bastante mal. No se inquieten, no voy a hacer una introspección (¿endoscopia?) de mis complejos, sería aburridísimo.
Les cuento esto para que entiendan mejor cómo me siento por las mañanas, camino del trabajo.
Tengo la suerte de poder bajar a la oficina en bicicleta. Voy hecho un primor, con mi camisita color crudo impecablemente planchada, el pantalón gris con raya y los zapatos brillantes. Llevo la cartera en bandolera y la bicicleta reluciente, con banda sonora de piñón libre. A las siete de la mañana, el Sol acaba de levantarse y todavía está naranja sobre el lago, casi no hay tráfico y los jardineros riegan el césped. La brisa es fresca porque el aire está limpio, los cisnes se desperezan en toda su envergadura y algún pobre idiota ya está haciendo esquí acuático. Todo en perfecta armonía estética, hasta que llego al maldito chiringuito, ese que está montado tras la balaustrada del puerto deportivo, con parte de su estructura posada sobre plataformas flotantes.
Y allí mismo se me caen los palos del sombrajo.
Todos los días, a las siete de la mañana, me encuentro en su terracita a cinco o seis chicos de belleza insultante desayunando zumo de naranja y cereales. Están semidesnudos, con la piel bronceada y tersa. Tienen el cuerpo lanzal, y los músculos tiernos, definidos. Se reflejan los unos a los otros en sus carísimas gafas de sol, y sonríen generosamente mientras la luz de la mañana se les abraza al torso lampiño para su mayor gloria.
Entonces recuerdo la papada, lo que me aprieta el cinturón y el aspecto que tengo en el espejo al salir de la ducha.
¿Entienden ahora cómo me siento? ¿No? Esperen a leerlo en la prensa.
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2003-08-11, 02:03 | 23 COMENTARIOS
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[Sí había jabón]
Llevo unos días pensando en el post de Martin Pawley sobre esas cofradías de mariscadores que han aceptado las tesis del Gobierno sobre la marea negra del Prestige y que renuncian a sus conciencias por no sé que motivos.
No voy a ser tan vitriólico como Pawley, ni voy a mostrar mi vergüenza, mi rabia y mis tripas. Mejor me voy al Caribe, oigan. Porque todo esto me recuerda al doctor Juvenal Urbino, con su traje de lino blanco, la leontina surcándole el vientre y los espejuelos eruditos de montura de oro. Más exactamente, me recuerda a una crisis que sufrió el matrimonio del buen doctor, y que acabó más o menos como el incidente que nos preocupa.
Sucedió que, una mañana después del aseo, el doctor despertó a su mujer con un comentario medio para sí, medio para la batalla: “hace como una semana que me estoy duchando sin jabón". Su mujer, arrancada del sueño por semejante insolencia, y en el momento del día que más odiaba, montó en cólera. Sabía que no había jabón en el cuarto de baño, pero desde hacía tres días solamente. Lo de su marido no era más que una provocación para herirla, y ya estaba harta. Le gritó que desde luego que había jabón y tuvieron una bronca tan morrocotuda que estuvieron meses sin dormir bajo el mismo techo, y si alguna vez coincidían en la casa, procuraban evitarse. Todos temían por el futuro del matrimonio. La cosa estaba bien enconada, él prometía reconciliación a cambio de una confesión de su mujer y ella decía que no habría perdón si él no admitía que había mentido para hacerle daño. Figúrense.
Una noche, el doctor Juvenal Urbino entró en el dormitorio conyugal mientras su mujer estaba en el baño. Aprovechando la ausencia, el doctor se tendió un ratito sobre la cama que tanto añoraba y cerró los ojos. Cuando su mujer regresó, lo encontró dormido. Hizo todo el ruido involuntario que pudo para espantarlo, pero fue en vano. Entonces, se puso a sacudirlo con urgencia y le pidió que hiciese el favor de marcharse de inmediato. Él, entre sueños y sin abrir los ojos dijo: “déjame aquí; sí había jabón”. No volvieron a hablar del asunto.
Pues eso, ahora jueguen ustedes solos a las alegorías entre esta rendición y la claudicación de las cofradías. A mi ya me da asco.
Por cierto, no se conformen con esta versionzuela de la pelea del doctor y su mujer, vayan a las fuentes: El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, ya verán.
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2003-08-07, 00:54 | 15 COMENTARIOS
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[Nuevo aspecto]
Pues sí, oigan, que como le he cogido gusto a esto de llevar las vergüenzas al aire, y puesto que en esta comunidad los vecinos son tan acogedores, he decidido mudarme con mis cosas, y claro, me ha parecido buena idea arreglar un poco el rinconcito.
A mí me parece que esto tiene más vidilla ¿no? En fin, en la cocina hay un pinchito de tortilla, pero tengan cuidado, la pintura azul está fresca. Yo mismo he dejado el puntero del ratón hecho un asco, de puro descuidado que soy. Mi mujer casi me mata al verlo ¿saben?
Normal, mientras yo me dedicaba a tener ideas, ella se liaba a mover muebles, a pintar paredes, a limpiar cristales… yo sufro de la espalda y no tengo ni idea de HTML, así que procuro alejarme de ese tipo de tareas, para no molestar, claro. Ella es un genio, hace años que trabaja en esto de la programación de interiores. Bueno, es un genio y una santa… créanme que no es fácil tenerme a mí de cliente. Soy un poco mandón, nunca estoy contento con el espaciado anterior de los párrafos o con cómo han quedado los rodapiés. Así que quiero agradecerle la paciencia, los recursos y otras cosas que, entiéndanme, no son de la incumbencia de ustedes... aunque la verdad (y esto no se lo digan a ella), por mucho que le dé las gracias, siempre me quedaré corto.
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2003-08-01, 04:58 | 12 COMENTARIOS
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[Olga tiene una cosa horrible]
Olga tiene una cosa horrible en el salón. Se trata de una figurita de madera blanda que alguien le trajo de un viaje a México. Es del tamaño de un puño y representa a un hombre sentado con las piernas cruzadas, plegado sobre sí mismo, cubriéndose la cara con las manos en gesto de desconsuelo. Olga dice que se llama "quitapenas" y que es un remedio tradicional contra los pesares. Si algo te aflige, no tienes más que sostener la figurita sobre la palma de una mano, al tiempo que le frotas la encorvada espalda con insistencia. Al cabo de un rato, el pobre diablo habrá absorbido tus penas.
Las primeras veces que lo vi en el piso de Olga no le presté demasiada atención. Más tarde, cuando todos estuvimos al corriente y las miradas cobardes huían con mayor frecuencia por los rincones, en busca de espuelas para caballos desahuciados, la vista solía quedárseme prendada en aquel objeto. Reconozco que me tenía intrigado.
Hoy no pude esperar más. Decidí adelantar mi visita semanal a Olga para salir de dudas. Nos tomamos el café de siempre y yo intenté sujetar mejor mis miradas huidizas. Por el modo en que se había colocado el pañuelo en la cabeza, intuí que no tardaría en ir al baño a vomitar. En efecto, al rato se disculpó con discreción y yo aproveché el momento para abalanzarme hacia el quitapenas. Con un movimiento decidido, intenté levantarlo. No pude.
Olga tiene una cosa horrible en el pecho.
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2003-07-29, 07:02 | 16 COMENTARIOS
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[A medianoche]
Agarren una hogaza de pan de centeno y córtense una rebanada generosa. Métanla en el tostador a baja temperatura, hasta que la parte superficial de la miga quede crujiente sin llegar a dorarse, dejando el interior bien tierno. Pongan un trozo de camembert sobe el pan caliente, y luego otro, y otro... Unos minutos después estará ustedes en la cama. Qué delicia.
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2003-07-23, 05:06 | 12 COMENTARIOS
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[Una carga de caballería rusa]
Martin Pawley acaba de abrir una nueva bitácora dedicada a 50 grandes películas de la historia del cine. Una de ellas es "La delgada línea roja". Yo no la he visto pero, por lo que he oído, en la película no se ofrece justificación alguna a su título, y es una pena, porque detrás hay una "hazaña bélica" de las de Sesión de Tarde. Me voy a atrever a explicársela a ustedes. Eso sí, como me enteré de todo esto hace algún tiempo y me consta que entre nosotros hay alguna historiadora, les ruego que disculpen cualquier inexactitud en los datos.
Pues sucedió que, a mediados del siglo XIX, Francia e Inglaterra decidieron declararle la guerra a Rusia por los mismos motivos de siempre: pasta, poder y miedo. Permítanme que les ahorre detalles: ganaron unos.
En aquella denominada guerra de Crimea tuvo lugar la batalla de Balklava, en la que participaron, del lado británico, los soldados del 93er regimiento de los Sutherland Highlanders: todos escoceses, vestidos con brillantes casacas rojas, ataviados con sus orgullosas faldas y armados con enormes fusiles coronados de bayonetas. Ideales, vamos. En mitad de la acción, estos mozos, comandados por Sir Colin Campbell, se encontraron frente a una carga de la caballería rusa. Como ustedes sabrán, en los términos bélicos del siglo XIX, la caballería era muy superior a la infantería en el cuerpo a cuerpo. Para poner las cosas peor, los rusos eran muy, pero que muy superiores en número.
Sir Colin no lo dudó un instante: dispuso a sus brutos favoritos en una larga fila de a dos perpendicular al avance de los rusos, y les dijo algo así como “no hay retirada posible, moriréis en vuestros puestos”. Los escoceses, según las dudosas fuentes de la época, se mostraron entusiasmados. El caso es que la maniobra fue hábil, porque consiguió desplegar un frente muy amplio con un número relativamente reducido de soldados. Por desgracia, el alcance de los fusiles de la época era muy limitado. Si a ello le sumamos el tiempo empleado en recargar las armas y le restamos la velocidad de avance de la caballería rusa, el resultado era bastante previsible: los de rojo iban a perder.
Cuando el enemigo se encontraba a unas 600 yardas y avanzando con furia, la primera fila de Highlanders puso la rodilla a tierra, de manera que ahora había dos hileras de fusiles y se doblaba la potencia de fuego. Intentaron una primera ráfaga, pero el enemigo estaba demasiado lejos. Sir Colin ordenó el alto al fuego. Esperaron mientras los rusos avanzaban rápidamente y, cuando los tuvieron a apenas 200 yardas, las dos filas del 93er regimiento de Highlanders abrieron fuego alternativamente. Mientras una cargaba, la otra disparaba.
Los rusos fueron aniquilados.
Un cronista británico de la época describió la formación de la infantería escocesa como una delgada línea roja que recorría el paisaje.
No sé si este relato guarda relación alguna con la película. Es más, conociendo el modo en que los vencedores desfiguran las circunstancias de sus victorias, es muy probable que lo que les cuento y lo que sucedió guarden poco más que un triste (muy triste) parecido.
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2003-07-22, 04:42 | 193 COMENTARIOS
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© Yogurtu
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